6 de junio de 2010

¿Fin... o evolución?

El Calendario Maya toca pues a su fin, la Tierra se dirige hacia un inmenso agujero negro en el centro de la galaxia, los indios hopi esperan el regreso de los katchinas desde las lejanas estrellas, nuestro planeta está experimentando un cambio notable de frecuencia, Nostradamus nos habla desde su tumba y un enorme planeta se acerca a la Tierra con la promesa del fin de la Humanidad… Lo único verdaderamente cierto de todo esto es que no sabemos lo que el 2012 nos tiene preparado hasta que ocurra; tal vez sea nada… tal vez sea todo.

Observando toda esta información, las teorías, los estudios, las predicciones y opiniones de tantas personas de tan diversa procedencia, no puedo evitar sospechar que “algo” pasara… Cierto es que a lo largo de la Historia el ser humano siempre ha tenido un “fin del mundo” a mano al que temer –bastaba un cambio de milenio para poner el grito en el cielo–, y también es cierto que el cine no nos lo ha puesto fácil a la hora de ignorar y eludir posibles causas y efectos apocalípticos (véanse Knowing, Armagedon, Deep Impact, incluso I am Leyend o The Happening y, por supuesto, 2012… entre otras muchas). Pero no es menos cierto que la Humanidad se encuentra –y no hace falta ser profeta o científico para darse cuenta– en una encrucijada; hemos llegado a tal punto de degradación a todos los niveles que uno se pregunta si podremos continuar así por mucho tiempo. No creo necesario enumerar los abismos en los que la sociedad como grupo y el ser humano como individuo han estado cayendo, especialmente en las últimas décadas, en que hemos dejado bien claro que el hombre es capaz de crear la belleza más sublime y de cometer las mayores atrocidades.

Personalmente pienso que necesitamos un cambio, y no hablo de un cambio de gobierno en éste o aquel país, no me refiero a dejar de usar aerosoles y reciclar el papel, o de unirnos en el firme propósito de ayudar al Tercer Mundo dedicándole un 0.5% de nuestro salario para sentirnos en paz con el mundo sabiendo en nuestro fuero interno que con eso no arreglamos nada; necesitamos un cambio completo de paradigma a nivel mundial, un cambio total de comportamiento hacia los demás, hacia el planeta y, sobre todo, hacia nosotros mismos. Un cambio esencial de concepción.

He leído en numerosos artículos que el futuro del planeta está en nuestras manos, que volviéndonos más espirituales y “amorosos” conseguiremos salvarnos de las catástrofes que se avecinan… creo que es precisamente ese enfoque el que nos ha llevado hasta donde estamos: hay que rezar para ganar el cielo, hay que hacer buenas obras para que nos consideren personas dignas (para considerarnos dignos nosotros mismos), hay que decir “lo siento” para no parecer soberbios… ¿hay que ser más espiritual para salvarnos del 2012? No. La espiritualidad no es un medio, es un camino que uno elige desde el corazón, no porque nos vaya a salvar en el futuro, sino porque nos conforta en el presente, porque da sentido a un mundo en el que el vacío de lo superfluo, de lo trivial y perecedero lo empaña todo, porque nos ayuda a encontrarnos a nosotros mismos, a ser más conscientes, a abrir los ojos, a comprender, a no pasar por nuestra propia vida como un espectador… nos ayuda a evolucionar.

Y todo eso ocurre ahora, no en el 2012, porque nada sucede en el futuro y nada somos sino en este momento. Si somos capaces de mirar hacia dentro y enfrentarnos a nuestras miserias y a nuestras grandezas por igual, podremos también mirar hacia fuera y “ver”, y entonces quizá sí estemos preparados para afrontar y comprender lo que esté por venir, no para evitarlo, sino para ser parte de ello, que al fin y al cabo no es otra cosa que ser parte de nuestra propia evolución como especie, ocurra de la forma que ocurra y cuando tenga que pasar.

Comprendernos como individuos nos permitirá encontrarnos como humanidad y entender que existimos en un proceso de constante evolución. Quizá 2012 no sea otra cosa que un escalón más en esa evolución, no un final para la Humanidad sino el fin de una época y el principio de otra. A mi modo de ver, la cuestión no es qué pasará, sino si cada uno de nosotros estará preparado para esta prueba. En nuestro propio interior yace la verdadera respuesta, pero esa respuesta no se encuentra en internet, en las predicciones de una civilización perdida o en los estudios científicos más avanzados, es una respuesta a la que cada individuo debe llegar por sí solo, mirando hacia dentro.

Desde este blog os invito a desvelar la verdadera incógnita del 2012.